Hasta ayudar tiene sus límites. Porque si acostumbras a alguien a disfrutar muy fácilmente de lo que a ti sí te costó, la gente deja de agradecer el gesto y de valorarte. Así que ayuda, pero no te conviertas en un recurso fácil para los manipuladores ni para quienes quieren que tú te encargues de lo que les corresponde a ellos.
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